Como se me ocurre pedirte tanto…

Pedirte… que me quisieras.

Como se me ocurre pedir tanto. Pedir demasiado. Como se me ocurre siendo tu sol, tu aurora, corrigiendo tus lágrimas, grabándote sonrisas donde sólo había soledad.

¿Cómo se me ocurre pedirte tanto, siendo el primero qué no te rechaza, qué te perdona todo, qué se queda a escuchar segundas y terceras mentiras y versiones, aguantando promesas disfrazadas, creyendo en ti ciegamente, siendo el primero en respetarte a cada instante cuándo aún ni tú misma nos respetabas a ninguno, pedirte algo tan egocéntrico?

Como se me ocurre pedirte algo tan absurdo, regalándote un corazón que es un tesoro leal, para toda la vida, dejando todo por ti, siendo fiel, respetando todas tus faltas de respeto, transparente, tocándote solo para acariciarte, darte aquellos masajes de aficionado; como se me ocurre pedirte tanto… dejándome creerte, enamorándome, deseándote cada segundo, minuto y milenio…

Como se me ocurre pedirte esa barbaridad, esa quimera con tan solo pudiendo ofrecer cuidarte en la salud y en la insalubridad; haberte dado cobijo, consejos, luz y agua caliente para tus heridas y caprichos, poniendo paz en tus guerras, paciencia en tu ansias y algodones a los insultos que propinas en las esquinas de tus desesperanzas… a todo aquél que se cree con tu querer o amistad.

Como se me ocurre creer en tu vida, en tu entorno, en tu verdad, habiendote dado sólo todo cuanto tengo, mi proyecto, mi futuro, mi mejor versión, la promesa de mejorar por y para los dos.

Como se me ocurre pedir, a cambio de apacigüar todos tus fuegos, defender tus amistades que ni siquiera conozco, que tan mal de mi han pensado por absurdos miedos y mentiras, para ser la protagonista de un cuento,-y de mi cuento-, cuando ya lo eras…

Como se me ocurre pues, pedir algo tan absurdo, algo tan imposible.

Como he podido pedirte a toro pasado algo tan cruel y mezquino, tan solo por creer que era precioso fingir que estabas mal para llamar mi atención, y aún así quererte, quererte más, preocuparme y preocuparme más, perdonarte, apostar por ti, y apostar; ser tu pañuelo, el limpia mocos de mi reina de la sonrisa y el lamento.

Como se me ocurre echarte de menos, cuando sólo he dado todo cuanto tengo.

Como se me ocurre pedirte nada, habiéndote reconciliado en secreto con todo el mundo, perdonado cien mil millones de mentiras, enseñándote mi experiencia, regalándote paciencia… como se me ocurre pedirte tanto, habiendo por ti empezado de cero, anhelando tu ausencia, desmenuzando chistes y gracias estando mal, sólo para que tú rieras. Cambiado a lo que tu querías, aprendiendo de nuevo a tener fe, en cosas, en tus cosas…

Construyendo mi vida con tu cemento. Como se me ocurre… cómo he sido tan egoísta cómo para pedir absolutamente nada?

Como se me ocurre pedírtelo, -algo casi aberrante-, entrégandote tan sólo noches, días, aventuras, planes en bandeja de plata. Como se me ocurre pedirte algo tan obsceno, tan egoísta, cuando sólo te doy cucharadas de mi alma, miel en los besos, cuando te espero, cuando te enseño cuantas cosas buenas te caben en el cuerpo, cuanta ternura de mi lengua en tu cuello; como me he atrevido a pedir, cuando te lloro, cuando te he tratado como a un hada de cuento y he perdonado injurias que podrían pasar por una caza de brujas.

Como se me ocurre estar esperando, habiéndote pedido tal aberración. Habiendo -loco de mi-, querido hasta tu «yo» más feo, siendo el primero, excusándote, tragándome tus excusas, teniendo fe en tu persona como en ninguna otra, siendo el primero y el único que ha amado tus dos caras, la buena y la mala. Que ha amado tus defectos y perdonado tus «virtudes». Que te ha hecho el amor en silencio, y a sonoro disfrute.

Quién como yo podría pedirte nada siendo únicamente el primero en perdonarte siempre, valorarte y aceptarte hasta en tus facetas más oscuras? Siendo el primer confidente de tu secreto más oscuro y el ángel custodio de todos tus tesoros?

¿Cómo me atrevo pedirte siquiera nada, habiendo sólo cuidado tu salud con la nefasta mía misma? Cómo pedirte nada cuándo tan sólo no quiero nada a cambio? Maldito egoísta de mi.

Como se me ocurre pedirte siquiera algo por poco que sea, tan soló siendo tu mitad desinteresada, querer ser tu ejemplo, valorarte como una auténtica mujer, siendo sólo el «mejor hombre que has conocido», dejándote elegir hasta los minutos del reloj de mi vida… haciéndote promesas de caballero… como se me ocurre siendo tan sólo tu «héroe» pedirte semejante atrocidad.

Como pedir nada por tan sólo escalar tu balcón para que vuesa merced, mi princesa, durmiera en su cálida cama, jugándome la salud que aún tenía y como me atrevo a pedirte algo tan vasto, tan vulgar por tan y tan poco. Por nada…

Por tan sólo darte toda mi pasión, rogándote que no te castigues por ninguno de los dos, siendo el único que te acepta y te ama, por abrir cada día un regalo, tirar cada día un disgusto, por ser aguien que no te ignora, que no te bloquea. Por tan sólo el escaso mérito de ir descubriendo locuras que me hacían quedarme, lejos de huir; y ser el primero en estar a tu lado.

Como se me ocurre pedirte nada, siendo un auténtico gilipollas, por tan sólo haberte dejado mojar mis dos hombros en tus momentos de flaqueza, por dos quejas, habiendo batido tu récord de sonrisas logradas en tu 20 años de vida. Como se me pasa por el coco pedirte algo tan impropio, impío e indigno…

Como tener tanta cara de pedirte nada, nunca desapareciendo, manteniéndonos con vida, apagando tus fuegos, riéndonos juntos del mundo, metiéndonos con todo, retorciendo mi cerebro para confiar en tus triples versiones de los hechos; apostando todas mis fichas a tu color, dándote los mejores momentos de tu vida y tantos orgasmos. Dándote grandes momentos de la mía. Dándote mi energía, mi alegría, regalándote una mierda tan simple, como toda mi vida…

Como pedirte -vida mía- algo tan etrusco, visigodo, algo tan bárbaro, algo tan imperialista, tan romano, tan divino y extraterrestre… como me atrevo….

Como descarrilar un tren con mi rostro por la desfachatez de pedirte que, tras amarte tanto, tras apoyarte, perdonarte, seguir haciéndolo y no necesitarlo siquiera, con ser el que acudiría si levantaras un sólo dedo, y te elevaba cuando estabas de rodillas, porque no valías menos que nadie, por tan sólo  comprarte cada capricho, hacer que dejaras de odiar a tanta gente que criticabas por pequeñas tonterías; que te calmaras y aceptaras a las personas y disfrutaras de las manías…

Como me atrevo a pedir nada, sólo por orientarte, redescubrirte, hacer que afrontaras tus sueños, tus vocaciones, redescubirte el mundo y escucharte siempre, por mal que estuviera…

Por hacer que te sintieras tan valorada, tan acompañada en medio de un millón de extraños; darte un proyecto, las llaves de mi casa, entregarte cada trozo de mi pecho, habiéndote llevado mi salud, mi tiempo, mi cariño… ¡cómo me atrevo!

Como me atrevo tras decirte «mímate», «quiérete», «vales mucho», «me haces feliz», «te quiero» (tras tanto tiempo), «no te mereces castigos, te mereces amor»… como rayos tengo entonces la osadía, de pedirte algo tan gigante… tras declararme y volver a creer en los cuentos, en tu cuento…

¿Cómo he sido capaz?  ¿Cómo creen señores qué he sido tan estupido cémo para pedir, o creerme con la posibilidad, mérito o bondad suficiente, para esperar o creer… -en fin, para pedirle-, qué a cambio de tan poco, de esto, de eso, de lo dicho -que es nada- de semejante miseria… ella, sencillamente se quedara?

Cómo he sido tan atrevido y tan cara dura tras querer entregarte mi alma, enviarte tus primeras flores, tras arrastrarme como un perro callejero, pedir perdón por cada pequeño error, tras tantos tan graves ajenos, tras un suegro con afanes asesinos, tras entregarte el mundo de mis sueños, de mis amigos, de mi familia, de la isla de unos tesoros que no son de oro, pero tienen valor… tras mostrarte mi infancia, mis sueños, mis debilidades, mis traumas…

Mi cuerpo, mi mente y mi alma…

¿Cómo se me ocurre pedirte tras tan poca cosa, qué tú, a cambio de esto (que es nada), además, y encima, pudieras quererme?

Entienden cómo, lógicamente, me merezco nada, el fracaso.

¿Cómo ser tan mezquino, tan exigente, tan duro, como para decirle y pedir qué semejante diamante en bruto, además, me quisiera?

¿Cómo se me ocurre pedirte a cambio de tan sólo todo eso que obviamente no es nada más que bufonadas de un don nadie, además, me quisieras?

Egoísta, absurdo, necio de mi.

¿Cómo te doy -y te quiero- dar la vida entera con tan sólo eso y tan poco qué ofrecer, -y todo esto qué ofrecerte-, soy tan rematadamente egoísta y atrevido cómo para pedir qué tan sólo… me quisieras?

Como se me ocurre pedirte…. que te quedaras.

Como se me ocurre pedirte…. que me quisieras.

________________________________________________________________

Alberto Castellar:  @ImDrag0n

Deja un comentario