Muros de viento

“No es valiente aquel que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo.”

Miro a través de la ventana y pienso en lo curioso que resulta el viento. No lo vemos, pero podemos observar como azota los árboles, que indefensos, se agitan sedientos de calma. Lo oímos silbando a lo lejos, con un grito estremecedor, como si quisiera ser liberado de sus cadenas.

También puede acariciar tu piel, suavemente con cosquillas en tus brazos, o besándote en la frente. Y a su vez, puede empujarte furioso al abismo, deshacerte en pedazos y herirte profundo.

Estaba pensando que el miedo es como el viento…

No lo vemos, pero podemos observarlo en las personas, agitando nuestra calma y enredando nuestros pasos. Es inherente a nosotros, como el viento a la naturaleza.

La diferencia es que tú decides si dejas que el miedo te acaricie, o te envenene por dentro.

¿Cuántas veces has dejado que el miedo domine? Seguramente, demasiadas.

¿Y  por qué?

El miedo nos cohíbe, nos paraliza, nos impide actuar, haciéndonos elegir el camino fácil. Nos sentimos más cómodos en nuestra zona de confort, sin salir ni dejar entrar a nadie. Curiosamente, el miedo nos da esa “seguridad”, y por eso nos dejamos dominar por él.

Qué cobardes… Supongo que es culpa de tropezar continuamente cada vez que intentas ser valiente, de llevar más heridas de las que fuimos capaces de cicatrizar.

Pero sinceramente, volvería a tropezar, volvería a caer mil veces solo por llegar a volar una vez más.

El miedo estará ahí, no se trata de cruzarse de brazos y maldecir al destino, esperando que desaparezca sin más. Sino de hacerle frente, armarse de valor, correr contra el viento, y poder más.

Valiente no es el que no tiene miedo, sino el que no se conforma, el que está dispuesto a luchar y ensuciarse de barro, el que arriesga todo a una carta y sueña estando despierto, sin preocuparse por si lo pierde todo y si vuelve a caer, porque sabe que lo que pierde no es nada comparado con lo que gana.

Se pierden demasiadas cosas dejando que el miedo domine… Se pierden sueños, ilusiones, se pierden besos, se pierde vida…

Arriésgate, no te conformes. Elige el camino difícil si lleva a donde quieres llegar. No escuches a los que te digan que no lo conseguirás. Tropieza, llora hasta deshidratarte y vuelve a tropezar. Sueña, y no dejes de soñar por temor a las pesadillas. Derriba los muros que tú mismo levantaste y empieza a volar.

Caeré al vacío mil veces si hace falta, por llegar a besar solo una vez tu cielo.

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Martin Lopez: @martin93LC

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