El miedo a la libertad

El miedo a la libertad es algo indiscutible, todos sentimos esa presión en el pecho cuando sabemos que algo debe cambiar, que tenemos que romper con el presente para enfrentarnos a un futuro que probablemente, sea incierto, inseguro, pero que acaba llegando antes o después. Ese miedo nos hace atrasar algo que siempre, SIEMPRE, acaba sucediendo.

Ponemos miles de excusas con tal de no enfrentarnos a la realidad, para no despegarnos de algo que a pesar de saber que no nos hace felices, mantenemos en nuestras vidas ese algo como si estas dependiesen de ese elemento que al final, resulta efímero.

Su historia comenzó con ese miedo.

Ella, había dejado atrás una historia de dependencia, de costumbre, la historia de princesa que encuentra príncipe pero este resulte ser más sapo que rana.

Él, encadenado a una rutina incomprensible, a paradigmas sin resolver, a la rabia, la desesperación, pero aún así no se planteaba el acabar con aquel absurdo, no se planteaba romper con esa historia.

Y se encontraron, un buen día cruzaron sus caminos y algo se activó en sus respectivas mentes. Miradas, sonrisas, oídos atentos a cualquier palabra que saliera de la boca del otro. Puro éxtasis mental. Eran la utopía perfecta para el otro, seres complementarios que nunca habían caído en la cuenta de la existencia de esa persona que aquella tarde tenían enfrente.

La historia continuó su curso, comenzaron a hablar, a ver qué más tenían en común y para su sorpresa, eran más los puntos que los unían que los que los distanciaban. Cada vez más cerca, cada vez más tensión y más emoción. Esa tensión acabó explotando, se convirtió en pasión, en locura, desenfreno, en un error. Miedo. Él no se desprendía de sus historias inacabadas y ella sabía qué aquello no era lo correcto, pero aún así, se dejaron llevar.

El tiempo pasaba y la situación no parecía avanzar. Encuentros que transcurrían entre los silencios y las más apasionantes charlas, entre calma y energía contenida, entre susurros y gritos, entre caricias y suspiros. Abandonaron sus mentes para entregarse a sus cuerpos. Seguía sin ser una buena idea, pero en aquellos momentos poco les importaba.

1522238_751325351546657_1398551743_n

Se escaparon, necesitaban un respiro en sus vidas.

Había habido muchas noches, pero nunca completas, así que decidieron tener su primera vez fuera de su zona de confort. Aquella primera noche, perdieron la cuenta de las estrellas que brillaban en el cielo. Perdieron también la noción del tiempo, las prisas y a su vez, habían recuperado su libertad y su paz interior. Muchas veces, aislarse es la mejor forma de encontrarse a uno mismo, por muy perdido que estés.

La felicidad estaba al alcance de sus dedos, todo parecía tan etéreo que daba la impresión que iba a desvanecerse. En la mente de ella aquella noche sonaba Rayden como banda sonora, en la de él, probablemente música clásica. Los prejuicios, los problemas, habían desaparecido. Sólo quedaban esos dos cuerpos, esas dos personas que habían dejado de lado su miedo a ser libres y se habían dejado llevar por la emoción más pura.

Eran felices dentro de su propia paradoja. Eran libres hasta que se demostrase lo contrario.

________________________________________________________________

Sara Ruiz:  @sararuiz15

Deja un comentario